martes, 12 de enero de 2010

Una Grabación con Historia - Capítulo II

EL SON, MÚSICA DE CÁMARA

...A cada tirón de la cuerda aparecía un músico por la puerta: Rafael Lázaro Inciarte, apellido ilustre en la música cubana, primer clarinete; Haskell Armenteros, segundo clarinete, emparentado con Alfredo “Chocolate Armenteros y con Beny Moré; Rosendo Nardo, clarinete bajo. Los tres son integrantes del quinteto de Maderas de La Habana, que se unieron al cuarteto de Compay integrado por Benito Suárez, guitarra; Hugo Garzón, voz prima; Salvador Repilado, contrabajo; Fournier, bongó . Así, bajo la sabia dirección del maestro, empezó a gestarse lo que meses después sería su disco predilecto, "Calle Salud".


Hacía tiempo que Compay tenía ganas de grabar un disco con acompañamiento de clarinetes, es el instrumento que tocó en su juventud y dice que ya tiene en su cabeza los arreglos de cada tema para un trío de maderas. Recuperar aquella sonoridad de principios del siglo XX a tan solo unos meses del siglo XXI puede resultar extraño. Algo nuevo, pensarán muchos, pero en el universo del son el clarinete es un viejo compañero que desapareció discretamente tras la irrupción de las secciones de metales en las grandes orquestas. Las trompetas, los trombones y los saxos, gracias a la influencia de las big band americanas, se enseñorearon sobre los escenarios de toda Cuba desde los años cuarenta para acabar triunfando definitivamente en los cincuenta en todas las pistas de baile. En la memoria de los buenos aficionados están escritos con letras de oro nombres legendarios como la Orquesta Gigante de Beny Moré y Generoso Giménez, la Casino de la Playa con Miguelito Valdés, las de Pérez Prado, Mariano Mercerón, Félix Chappottín, Julio Cueva, Mozo Borgellá, Roberto Faz; las memorables jam sessions de Bebo Valdés y los hermanos Cachao, Orestes e Israel y tantas otras. La Isla entera era un frenesí de música y músicos hasta tal punto que la población podía dividirse demográficamente en dos grandes grupos: los que tocaban y los que bailaban. Géneros como el mambo, el cha cha cha, el afro, junto al bolero y el son se apoderaron de la conciencia colectiva de todo el pueblo cubano y se extendieron después por todo el mundo como una inmensa ola de sabrosura y calidad. Así vino sucediendo hasta nuestros días con los Van Van, Irakere, NG La Banda con sus metales del terror o La Charanga Habanera. En todas ellas los metales son los auténticos amos de la fiesta, la madera prácticamente ha desaparecido. Pero, como en todas las historias de la historia, también hubo un antes.


Compay comenzó su carrera musical tocando clarinete con la Banda Municipal de Santiago de Cuba cuando todavía era un adolescente. Con ella vivió uno de sus primeros momentos de gloria en 1929 al ganar el Concurso Nacional de Bandas celebrado en La Habana con una pieza en la que, para asombro del público, los músicos dejaron de tocar sus instrumentos y acabaron silbando la melodía. El premio consistía en tocar el himno nacional en la ceremonia de inauguración del Capitolio encabezando el desfile de autoridades. En los los años treinta y cuarenta siguió tocando clarinete en el Conjunto Matamoros con el que viajó a México, allí convivió con la bohemia local, participó en varias películas e hizo amistad con Agustín Lara y María Félix quien, según el Compay, cocinaba un exquisito mole de huajalote.

         El clarinete no era entonces un elemento tan ajeno al son como hoy pudiera parecernos. La calidez de la madera y la riqueza de texturas que aporta este instrumento siguen cautivando, a pesar de los años y de las modas. Por eso mismo algunos creerán escuchar algo sorprendentemente clásico y moderno a la vez en “Saludo a Changó”, o en el danzón “Se Perdió la Flauta”. Sencillamente se trata de la autenticidad de lo que es hermoso desde la raíz, de algo que es más moderno que la propia moda. La exigencia ética y estética por encima de los imperativos comerciales. El son exquisito como música de cámara.

Pero no quiero extenderme más de la cuenta en estas disquisiciones porque tengo cosas más interesantes que contar.

Continuará...

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